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LARGA VIDA A LA EMPRESA FAMILIAR
5 ventajas imbatibles de contar con un Protocolo Familiar
Las empresas familiares tienen un gran protagonismo en la economía de los países, especialmente a nivel local, pero pocas de ellas logran perdurar en el tiempo.
Los negocios familiares son una gran oportunidad y, a la vez, conllevan un alto riesgo si no se cuenta con las herramientas adecuadas para su gestión.
Una de las más importantes es el Protocolo Familiar, una especie de constitución que regula las relaciones empresa-familia.
Uno de los mayores desafíos de la empresa familiar es lograr un razonable equilibrio entre los intereses empresariales y los objetivos del clan.
Es típico encontrarse con empresas familiares con importantes desequilibrios que son una constante fuente de problemas que minan la competitividad, la productividad y, no pocas veces, son también la causa de un triste final.
Por la experiencia de haber realizado protocolos de familia en España y en varios países de América Latina, podemos destacar cinco ventajas de contar con una constitución familiar:
Aumenta el interés y el compromiso de los familiares hacia la empresa al promover la responsabilidad individual con el futuro de la empresa familiar, sin importar la edad, generación, talentos;
Mejora la estrategia, tanto empresarial como familiar, ya que se trabaja constantemente la clarificación de los objetivos más importantes y las metas más sensibles con una mirada en el largo plazo;
Fomenta estructuras de gobierno más acertadas con el foco en las buenas prácticas corporativas y la idoneidad de los directores y consejeros para las funciones asignadas;
Impulsa el aprendizaje, la creatividad y la innovación al plantear escenarios diferentes y necesidades de cambio.
Contribuye a una mejor comunicación familiar, a la vez que favorece la confianza entre los miembros de la familia logrando una mayor unidad o armonía familiar en lo esencial.
Las resistencias más comunes a la realización de un Protocolo son cinco: *pensar que no es una prioridad (desconocimiento de su impacto, factor estratégico); *creer que no es el momento apropiado o que la gente no tiene tiempo (factor tiempo); *sentir un natural rechazo a ventilar a un tercero intimidades de la empresa o de la familia (factor confidencialidad); *sospechar que es un trabajo costoso por el número de horas que debe dedicar un consultor durante el proceso (factor económico); y, por último, *juzgar que en “mi” caso concreto no se necesita un Protocolo (factor consciencia).
Las mencionadas resistencias son comprensibles, comunes y naturales.
Pero el pasado, la historia, es un juez soberano que nos otorga importantes lecciones y aprendizajes.
Una de ellas es que con frecuencia la experiencia te llega cuando ya no la necesitas: es vital actuar a tiempo. ¡Larga vida a la empresa familiar!